Mirad esto, por favor:
Alta resolución en audio: mitos y realidades
¿Más? Sí. ¿Mejor? Con muchos matices
Si nos ceñimos a las especificaciones es bastante evidente que la música en alta resolución debería ofrecernos una calidad de sonido superior al audio estándar (considerando como «estándar» la calidad del CD). Como hemos visto, una señal digital codificada con una frecuencia de muestreo de 192 kHz y una resolución de 24 bits se parece más a la señal analógica original que una señal digital de 44,1 kHz y 16 bits. Además, también es superior en parámetros como la gama dinámica y la relación señal/ruido. Sin embargo, existen limitaciones que en la práctica van a mermar indefectiblemente nuestra experiencia, y que, por lo tanto, debemos tener en cuenta. Y las más contundente de todas ellas es la capacidad de nuestro sistema auditivo.
Según los expertos el oído humano, en el mejor de los casos, es capaz de percibir los sonidos cuya frecuencia oscila entre 20 Hz y 20 kHz. Todo lo que quede fuera de este rango pasará completamente inadvertido para nosotros. Además, nuestra capacidad auditiva se deteriora con la edad, especialmente la percepción de las frecuencias altas, por lo que no es extraño que muchas personas adultas no sean capaces de oír sonidos que superen el umbral de los 14 o 15 kHz. Con la gama dinámica sucede algo parecido: no está claro que el salto de los 16 a los 24 bits aporte una mejora claramente apreciable en una audición «a ciegas».
Otra limitación importante que debemos tener en cuenta es la impuesta por nuestro propio equipo de reproducción.
¿De qué nos sirve tener nuestra música codificada en un formato capaz de reproducir frecuencias de hasta 48 kHz, como sucede con los archivos codificados con una frecuencia de muestreo de 96 kHz, si nuestras cajas acústicas no son capaces de superar los 22 kHz? Algunas cajas de gama muy alta equipadas con tweeters de cinta o de cúpula de seda superan esta cifra, pero la mayor parte de los altavoces domésticos se quedan claramente por debajo. En cualquier caso, este es solo un ejemplo con el que pretendo ilustrar lo difícil que es que las prestaciones de un equipo de música estén en consonancia con lo que nos ofrecen los archivos con calidad de máster de estudio.
En una audición «a ciegas» no está nada claro que alguien sea capaz de distinguir un CD de un archivo con calidad de máster de estudio de 24 bits y 96 o 192 kHz
Por todo lo que he comentado, en mi opinión, la música en alta resolución es interesante, pero no es ni mucho menos la «panacea universal». La teoría defiende que nos ofrece una mejor calidad de sonido, pero queda claramente marginada por las limitaciones que acabo de describir. Un equipo de muy alta gama en manos de una persona joven con un oído sano y afinado es posible que pueda ofrecer algunas diferencias muy sutiles entre un CD y un archivo de 24 bits y 96 o 192 kHz. Pero, de poder ser apreciadas, seguro que son marginales. He hecho esta prueba cientos de veces durante los últimos años, utilizando un equipo «potente», y he llegado a una conclusión que me gustaría compartir con vosotros:
lo más importante es la toma de sonido, y no los bits y los kilohercios.